“Nuestra generación se formó en una época de anarquía intelectual. Después de un prolongado periodo de conciliación y tolerancia realizado por la generación de lo relativo, nada más difícil que llegar en este medio a convicciones fuertes, tranquilizadoras y saludables.”[i]
Estamos todos, en una sociedad nihilista, conformista i materialista, resultado de un profundo cambio en la identidad popular, inducido por las circunstancias que hemos tenido que atravesar. Hemos olvidado nuestros principios, hemos olvidado nuestra tradición, nuestra historia, i por ende nuestro futuro también nos es incierto.
Todo esta confluencia de circunstancias, negativas todas, nos han llevado a ser en la actualidad, un país del tercer mundo que prefiere el libre comercio ante el autoabastecimiento, del cual sin duda seríamos capaces con todas las riquezas de las que somos poseedores, ya otras potencias como Alemania, Italia, Brasil, España, Egipto, Estados Unidos, entre otras, han logrado posicionarse en el mundo, apropiándose del lugar que merecen en la comunidad internacional, dándole preponderancia a la fuerza del trabajo de su pueblo, i aprovechando los recursos que sus tierras les han brindado, casos sui generis, que se han atrevido a apostar por una política corporativista de estado, en la cual el trabajador tiene su merecida remuneración, sin ser disminuido por la exagerada plusvalía con la que el dueño de los medios de producción se apodera en modelos capitalistas.
No pretendo yo, hacer apología a ningún socialismo, sino a una sociocracia, modelo que bien el positivista francés August Comte comenta en el catecismo positivista, que bien cita el manizaleño Silvio Villegas:
Venimos pues, de una manera franca, a salvar el occidente de los males que lo afligen: la democracia anárquica y la aristocracia retrógrada, para construir, en lo posible, una verdadera sociocracia que haga directamente concurrir a una común regeneración todas las fuerzas humanas, aplicada cada una según su naturaleza. En efecto, los sociócratas, no somos ni demócratas ni aristócratas. A nuestro modo de ver la respetable masa de estos partidos tan opuestos representa empíricamente por un lado la solidaridad, por el otro la continuidad, entre las cuales el positivismo establece profundamente una subordinación necesaria, acabando con su deplorable antagonismo. Pero aunque nuestra política se eleva igualmente sobre aquellas dos tendencias incompletas e incoherentes, no hemos de reprobarlas ambas en igual medida. En treinta años que cuenta de duración mi carrera política i social, no he dejado de sentir un profundo menosprecio a lo que se ha llamado en nuestros varios regímenes la oposición, así como una secreta afinidad con los diversos constructores. Aún los que pretendían edificar con materiales viejos i gastados, me parecieron constantemente preferibles a los demoledores, en un siglo como el nuestro, cuya principal necesidad es la general construcción. A pesar del atraso evidente de nuestros conservadores oficiales, nuestros revolucionarios me parecen todavía más distantes del verdadero espíritu de nuestro tiempo.[ii]
En este fragmento, podemos ver la base intelectual de Charles Maurrás, quien crearía La Acción Francesa, fundamento ideológico éste del nacionalismo corporativista que aparecería entre los Siglos XIX i XX sobre la fas de la tierra.
En el fragmento anteriormente expuesto, se apreciaría la tendencia tradicionalista de Comte, que perduraría en las ideologías de ésta derivadas, puesto que habla de la necesidad de conservación identitaria, aunque retrógrada, ante la hecatombe anárquica, pues es necesario conservar para reformas, dirían los Leopardos que toda reforma requiere una base prima. Pero no es un tradicionalismo de tinte conservador; del que en Colombia era abanderado “el Monstruo”, Laureano Gómez; sino que es de un tinte nacionalista, por lo cual es un tradicionalismo que sale de los centros educativos, de las universidades, pues en palabras del político uruguayo de magna grandilocuencia José Enrique Rodó: El espíritu de la juventud es un terreno generoso donde la simiente de una palabra oportuna suele rendir en corto tiempo, los frutos de una inmensa vegetación.[iii] Es la juventud el descubrimiento de un horizonte inmenso que es la vida parafraseando a Renán, i es por esto que es la juventud, en la cual hasta la idea más tradicionalista, toma forma de acción prontamente, i no se queda en un simple concepto. Así de las universidades públicas germinaron entonces, con la simiente de Maurrás, genios políticos que llegarían a manejar importantes medios de comunicación, a conformar el senado de la república, i en ciertos casos aspirar a la presidencia de la república resultando con una prematura muerte, casos extremos éstos como los de Jorge Eliecer Gaitán i Gilberto Alzate Avendaño, i otros no tan recordados como Fernando Londoño Londoño, Silvio Villegas, Eliseo Arango, José Camacho Carreño… uno de los cuales en su obra plasmaría la máxima del pensamiento Nacionalista colombiano:
“Frente a un estado sin moral, urge romper el orden legal. La historia es obra de las minorías enérgicas. La masa siempre sigue.”[iv]
Así pues, debemos recordar nuestra historia, para hacer de Colombia una patria Grande Libre i en Paz, eslogan éste de un grupo reaccionario contemporáneo. No podemos olvidar nuestra tradición hispanoamericana, no podemos olvidar nuestra historia gloriosa, donde previamente a la independencia ya nos caracterizábamos por ser reaccionarios, tradicionalistas, i nacionalistas.
La evolución histórica de este pensamiento en Colombia comprende por ejemplo al oidor Juan de Montaño, quien militaba en el “Partido del Rei” de origen hispano-indígena[v]. Así mismo podemos ver a José Antonio Galán, pregonando arriba el Rei,[vi] abajo el mal gobierno, a Agustín Agualongo quien moriría gritando “Si tuviese veinte vidas, estaría dispuesto a inmolarlas por la Religión Católica y por el Rey de España”,[vii] i desde nuestra era republicana e independiente han venido apareciendo generaciones de conservadores, tradicionalistas, nacionalistas, e incluso políticamente incorrectos, que se han opuesto al orden establecido derivado de la horrorosa revolución francesa con su liberalismo, su democracia, i sus bases del comunismo. Vienen a mi mente nombres como el de Don Sergio Arboleda, Don Rafael Núñez, Silvio Villegas, Jorge Eliecer Gaitán, Gilberto Alzate Avendaño, José Galat, Carlos Corsi, Luis Corsi, Fernando Vargas, el movimiento Tradición Familia i Propiedad, i muchos brotes de grupos nacionalistas contemporáneos.
Debemos apropiarnos de esa historia gloriosa, en el Siglo XX fuimos quienes introducimos ese espíritu en Latinoamérica, i en el Siglo XXI lo tenemos que rescatar, recuerdo las frases de Núñez ahora que veo la negación de la identidad colombiana, cuando se pretende aprobar el matrimonio homosexual, cuando se despenaliza el aborto en casos determinados, cuando se condena a militares inocentes i guerrilleros aspiran a la Presidencia de la República, cuando el revisionismo histórico es prohibido, cuando vendemos nuestra Soberanía a estados extranjeros, cuando reprimimos la libertad de consciencia… i entonces digo: Regeneración o Catástrofe!
[i] Villegas, S. (1935) No hay enemigos a la derecha. Editorial Zapata 15
[ii] Ibid 21-22
[iii] Rodó, J. E. (2000) Ariel Ediciones Cátedra S.A. 142
[iv] Villegas, S. (1935) No hay enemigos a la derecha. Editorial Zapata 39
[v] Corsi Otálora, L. (2010) Independencia Hispano – Americana ¿Espejismo Trájico? Luis Corsi Otálora 25
[vi] Ibid 37
[vii] Álvarez, Jaime, S.J.(1996) Agustín Agualongo Manual de Historia de Pasto, Academia Nariñense de Historia, Graficolor,. 223