jueves, 25 de marzo de 2010
martes, 23 de marzo de 2010
RETOMAMOS TRABAJO
miércoles, 3 de marzo de 2010
“Los regímenes totalitarios arman sociedades falsas” : Zoé Valdés
El País, Cali
La anticastrista y escritora cubana Zoé Valdés dice que Fidel Castro tiene un ego tan desmesurado que convirtió la revolución en un culto a su personalidad y frustró una esperanza.
Salió de Cuba y llegó a París en l995 de la mano de su marido y de su hija Luna, sin presentir que no podría volver y se convirtió en un baluarte de la disidencia cubana en el exilio. Desde entonces, Zoé (Vida, en griego) Milagros (Vida y Milagros) Valdés ha escrito como poseída: en los cafés (Café Nostalgia), en los aviones, en los trenes, en los barcos, en los parques, en los balcones, en la Torre Eiffel, en el retrete. En los museos: de allí su último libro ‘Una Novelista en el Museo del Louvre’, guiño cómplice y admirativo a Manuel Mújica Láinez. Escribe siempre, a todas horas. Con nostalgia, con fervor, con pasión, con ira, con impotencia, con contundencia. Ha publicado dos docenas de novelas y libros de poesía. Ha ganado premios. Ha recibido honores como la medalla de ‘Caballero de las Artes y las Letras’, máxima condecoración cultural de Francia. Es directora y guionista de cine. Es soñadora e inteligente. Es valiente: ‘Raúl Castro es uno de los militares más represivos de Cuba, designado por el dictador para continuar su engendro’, dice en conferencias y foros. Es contestataria, es dulce, es apasionada. Su lenguaje hace honor a la tradición oral de Cuba: descarnado, procaz, descriptivo, erótico, riquísimo. Su prosa es espléndida, su estatura literaria muy grande. Sus ancestros son chinos, irlandeses, canarios, negros. Tiene cara de niña, cuerpo, pies y manos pequeños. Es redondita y le importa una higa. Habla -y envuelve con su cadencia caribe-, de sus recuerdos, de Habana, de su casa, de su madre. De su abuela irlandesa que a los 10 años le daba libros prohibidos: Bocaccio, Lorca, Joyce, y que iba por el mundo haciendo teatro con sus cinco hijos trepados en una carreta. Zoé Milagros Valdés es todo lo que dice en sus libros fieros, y, primordialmente, es cubana hasta el tuétano.
Vive hace quince años en París, pero no se considera exiliada. ¿Por qué?
Soy una escritora exiliada, pero no me siento en esa situación porque yo salí de Cuba para presentar en Francia ‘La Nada Cotidiana’, di declaraciones sobre lo que sucedía en Cuba, y una persona de la Embajada vino a mi casa y me dijo que no podía volver. Eso es diferente a lo que sucede hoy con otros escritores que le hacen el juego al régimen.
Julio Cortázar decía que el exiliado no debe dejarse imponer tal condición sino convertirla en algo positivo.
A la larga es lo que hecho porque el exilio te puede bloquear o te puede dar un impulso creativo, como en mi caso.
¿Por qué ese trabajo febril como escritora?
Porque el miedo mayor que da el exilio es quedarte sin palabras y que un día te sientes en una silla y todo haya desaparecido de la memoria.
Este es un siglo de inmigrantes – otro tipo de exiliados- en todo el orbe, que buscan una oportunidad, pero muchos países se han vuelto xenófobos e intolerantes; caso de EE.UU., Inglaterra o España. ¿Qué ocurre en Francia?
En Francia algunos políticos hicieron guetos para concentrar a las gentes que venían de afuera en barrios suburbanos que rodean París, con el fin de mantenerlos alejados. Eso fue fatal y es la razón por la que ha habido tantos disturbios en los suburbios parisinos. Yo misma he sufrido la discriminación en Francia. Tengo el privilegio de haber conseguido algunas cosas como escritora, como la investidura de ‘Caballero de las Artes y las Letras de Francia’ o ser miembro del jurado del Festival de Cine en Cannes, pero era una indocumentada. Martin Scorsese, se burlaba y me decía: “Mira dónde has llegado, y sin embargo eres una ‘sin papeles’. Risa.
Es legendario su anticastrismo. Después de ‘La Nada Cotidiana’, escribió ‘La Ficción de Fidel’. Escribe usted con dolor, con rabia, con impotencia. ¿Qué piensa hoy de la Cuba de Raúl Castro?
Me parece fatal esa sucesión dinástico-castrista, que no es ninguna solución. Lo que pasa es que existen los seres humanos -‘u malos’– (risa), y los seres cubanos. Nosotros estamos en el último círculo, destinados a vivir en una realidad cruenta e insoportable y eso no va a cambiar, a menos que suceda algo extraordinario.
¿Cómo qué?
Pues que la gente consiguiera tumbar de alguna manera aquello. Para mí otra solución, es que este señor concluyera que ya estuvieron mucho tiempo y empezara a promover que la gente pudiera vivir en democracia, convocar elecciones, procurar el cambio y hacer que la transición se hiciese de manera clara y pacífica. Ya sería justo luego de 51 años.
¿Por qué los cubanos nunca se han rebelado?
Lo han hecho en varias ocasiones. Lo que pasa es que en otros países los medios de comunicación pueden informar sobre revoluciones y guerras, pero en Cuba la prensa está controlada. En Cuba hubo siete años de guerrilla anticastrista. Gente que se fue para EE.UU. y quiso volver cuando lo de Bahía Cochinos -que no fue una invasión americana, como se dijo, sino de mayoría cubana- pero Kennedy los abandonó. Luego ha habido sucesivamente olas de opositores que han ido a la cárcel o han tenido que exiliarse, y lo último fue la Primavera Negra de 2003, cuando tanta gente -232 personas- fueron a la cárcel y todavía están allí.
¿La clase alta cubana que aprovechaba a Batista, apoyó a los barbudos de Sierra Maestra?
Hay una clase en Cuba, que es muy particular de allí y que no he encontrado en ninguna otra parte de América Latina: la burguesía cubana, muy estúpida gran parte, pero otra bastante culta. No había término medio. Esa burguesía racista, clasista y absurda no quería al ‘negro’-Batista- en el poder y cantaba una canción que decía: “Fidel, Fidel, acaba de sacar al ‘negro’ del poder”. Esa burguesía tenía clubes donde el Presidente de Cuba no podía entrar, porque era mulato. De alguna manera ella contribuyó también a que el gallego, abogado, -Fidel-, tuviera más posibilidades. Añada su impresionante poder de persuasión y ahí están los resultados.
Los revolucionarios decían que entre las razones para tumbar a Batista estaba la de que había convertido a Cuba en el ‘burdel de los Estados Unidos’, y usted ha dicho que ser prostituta en Cuba hoy día es una protesta y una crítica al régimen. ¿Podría aclarar eso?
En primer lugar lo de burdel de Estados Unidos es falso. Es un slogan de la Revolución porque había un barrio rojo, como los hay en todo el mundo. Tiempo después me dolió muchísimo ver a Fidel por televisión diciendo: “Dicen por ahí que tenemos prostitución. Sí, y qué? nuestras prostitutas son las más cultas, las más sanas y las más preparadas del mundo”. Es lamentable que el mismo presidente de un país haga la apología de la prostitución. Y yo digo que las putas cubanas son contestatarias porque varias de las que entrevisté en el Malecón, cuando hacía un documental, me dijeron: “De alguna manera nosotras hacemos una labor ideológica con los turistas, porque les contamos lo que pasa aquí”. A mí aquello me partió el corazón porque ya habíamos llegamos al colmo: prostitutas ideológicas. Una de las cosas que siempre ha reivindicado la Revolución Cubana es el gran adelanto en educación y salud.
Precisamente una de esas mujeres del Malecón me contaba que se había graduado de médico, de manera ‘emergente’, porque cuando Fidel Castro quiso que hubiera médicos lanzó una gran ‘emergencia’ para sacar médicos nuevos y los que había antes se fueron a Estados Unidos porque les quitó la posibilidad de mantener su posición. De allí en adelante la medicina siempre está al servicio de la revolución. También hubo ‘emergencia’ en educación: formaron maestros ‘emergentes’ que mandaban seis meses(!) a las escuelas makarenkas en la URSS y que se hacían ‘profesores’ a la manera soviética. Era un desastre pero como los graduaban no se podía decir que no habían pasado por una escuela. Los regímenes totalitarios arman sociedades falsas para fingir que son perfectas y magníficas, pero si tú rasguñas un poco, ves lo contrario.
¿Por qué los gringos abandonaron a Batista que era ‘su hombre en La Habana’?
Entre otras razones, porque Batista quería hacer de La Habana una ciudad más cosmopolita y había empezado a darle juego a los franceses, contrariando los apetitos económicos norteamericanos. Cuando llegó Castro empezó a quitarles lo poco que les quedaba y los gringos respondieron como siempre, porque sus intereses están por encima de todo, e instalaron el bloqueo. Carter quería levantar el embargo y cuando Castro vio que ese era su interés primordial armó el tema del Mariel. Cada vez que un presidente norteamericano ha querido levantar el embargo, la respuesta ha sido similar. Hoy la gente puede viajar de manera normal a Cuba, puede mandar hasta diez mil dólares, si quiere y Obama lo que está pidiendo son pruebas de democracia y que suelten a los presos políticos.
¿Qué piensa de Cortázar y Gabo que nunca abjuraron de su simpatía por la revolución y su amistad con Fidel?
Es una pena que Cortázar ya no esté, porque murió hace 26 años y no tuvo oportunidad de ver lo que estaba pasando en Cuba. Él era muy sensible y a pesar de su apoyo le molestaban cosas, como que los cubanos no pudieran entrar al Hotel Riviera donde se hospedaba. Él no era ciego y yo puedo dar fe de que se molestaba pero, al fin y al cabo, era un hombre de izquierda, convencido de que sólo la izquierda podía salvar América Latina. En cuanto a Gabo, yo creo que él tiene el problema de la amistad que puede ser, como él mismo dijo, ‘un paisaje con sus accidentes’. En ese tipo de amistad hay incondicionalismos que sólo él podrá reconocer algún día. Pero las amistades con los dictadores siempre son muy peligrosas.
¿Cómo analiza usted a Fidel Castro?
Tiene un ego tan desmesurado, que convirtió la revolución en un culto a su personalidad y frustró una esperanza.¿Por qué Fidel Castro es maestro de Hugo Chávez? Porque a la larga él se cree Fidel y como si fuera poco ¡dice que conversa con Bolívar! Ese es un loco total y voy a decirle algo que me da pena con mis amigos venezolanos: inicialmente era un asaltante, un golpista y a pesar de todo lo eligieron. Venezuela tenía que estar en una situación remala para haber elegido un energúmeno tal. Imagínese ¡uno tener en la vida la aspiración de ser como Castro! se tiene que haber desbordado el nivel de imbecilidad humana.
¿Quiénes componen el grupo de 232 presos políticos en Cuba?
Poetas, artistas, periodistas. Bibliotecarios independientes, un término difícil de explicar porque, sin saber que era una ONG, ellos decidieron abrir bibliotecas con libros prohibidos para que circularan por los barrios. La policía las desmanteló. No las quemó porque la imagen de quema de libros es muy negativa para el Régimen, pero los destruyó con manguera y luego les abrió a ellos una causa que se resolvió en pocos días y los llevaron presos desde el 2003.
En el libro ‘La Nada Cotidiana’ dedica el octavo capítulo a una descripción minuciosa del acto sexual y usted ha resaltado que el capítulo octavo de muchos libros de escritores importantes ‘ha sido condenado a ser pornográfico’. ¿Cómo así?
Hay varios, con el capítulo octavo de ‘Paradiso’ de José Lezama Lima, se armó un lío y lo censuraron. Lo cómico es que uno de los censores principales que leyó el capítulo, ¡no encontraba las imágenes eróticas!, recuerde que Lezama era un escritor profundo, hermético, oscuro, de alguna manera como su maestro Góngora. Por eso mi capítulo lo hice más explícito para facilitarle la tarea al censor. Risa.
Desmitifica el tema sexual que es un tabú en Cuba. ¿Es un exorcismo consciente o inconsciente?
Las dos cosas. Fui consciente de escribirlo porque tenía que ver con la novela de Lezama y porque me interesa mucho cuando una mujer habla de sexualidad y del deseo, –no del placer que ya es otra cosa-, cumplido, del cuerpo, de la forma en que la mujer lo implica. Eso era consciente pero no tenía un plan, de manera que sólo salió al escribir.
Mario Vargas Llosa tiene un ensayo interesante sobre ‘el Arte de Mentir’, y dice que la ficción parte de la realidad pero que luego se vuelve ficción, o sea mentira. ¿Cómo está presente eso en su literatura?
Estoy de acuerdo. Creo que el escritor es un mentiroso que dice la verdad.
¿Conoce a Gabo?
Lo conocí en Cuba. Tiempo después me dió tristeza y mucha cólera porque en 2003, el Día de la Prensa, se llevaron varios periodistas presos. Un periodista me contó que Gabo dijo estar de acuerdo porque eran pagados por el imperio. Yo sentí una rabia profunda y dije una frase muy fuerte, porque no podía concebir que una persona que ha sido periodista toda su vida hablara así de otros periodistas. No podía entender que alguien a quien yo apreciaba, admiraba, había leído, un Premio Nobel, pudiera ser justo para unos e injusto para otros.
Y ¿cuál fue esa frase ?
Dije que si García Márquez en realidad había dicho eso, era un gran h.p., porque los cubanos no nos merecemos eso. Claro que también tengo que decir que él ha sacado a mucha gente de Cuba por debajo del tapete, y no solamente escritores.
Ha sido muy dura contra el cantautor cubano Silvio Rodríguez, al que considera ‘muy buen músico, pero un hombre nefasto’. ¿Por qué?
Es un gran músico y un gran poeta, pero también una persona totalmente acomodada. Ya no es el Silvio que yo conocí, a quien quise y admiré mucho, porque cuando firmó una carta apoyando el fusilamiento de tres jóvenes negros, no pude admirarlo más.Y lo peor es que a todo el mundo le importó tres c…. ¡porque eran negros! Como a mí sí me importa, Silvio se me cayó.
¿Usted sueña con su regreso a Cuba?
No, yo siempre estoy en Cuba. Todas las noches estoy allí cuando sueño y también cuando escribo y eso no me lo puede quitar nadie. Ahora mismo estoy en Cartagena, un lugar maravilloso que se parece mucho a Cuba, y me emociona porque esto es también mi país: vegetación, sol, mar, olores, balcones. Los cubanos nos creemos lo mejor del mundo y que todo lo nuestro es más bonito. Yo aprendí que fuera de Cuba hay cosas probablemente más bonitas que las que había allí y que yo idealicé. Algo favorable del exilio es que uno deja de ser el ombligo del mundo y empieza a ver los demás ombligos, a acariciarlos y a darse cuenta de que hay cosas en el mundo que también se pueden apreciar y que son de un gran valor.
Dentro de su literatura está muy presente la oralidad cubana, la manera cotidiana de expresarse, el hablar descarnado. Eso que han calificado de ‘realismo sucio’. ¿Le molesta esa definición?
Tengo cosas que decir y quiero decirlas de una manera específica, pero no puedo calificar si es realismo ‘sucio’ o ‘medio limpio’. No me molesta porque es la manía de encasillar a la gente. Me da tristeza, sí, que se diga que soy colérica, cuando soy muy pacífica –usted lo ha podido ver- , y que traten de disminuir mi obra por mi posición política. No sucede ni con la obra de Luis Sepúlveda, ni con la del propio García Márquez y de otros. Al contrario, a muchos su visión política les ha granjeado la estima de esos críticos. Yo soy anticastrista y lo seguiré siendo hasta después de mi muerte, que, por lo demás, es un lema muy castrista. Risa.
¿Su último libro ‘Una novelista en el Museo del Louvre’, es una alusión a ‘El Museo del Prado’ de Manuel Mújica Laínez?
Sí. Yo amo el Museo del Louvre a donde voy con enorme frecuencia y quise hacerle un homenaje a Manuel. Encontré en Sevilla la nueva edición de su libro en ‘La otra Orilla’ y le pedí a mi agente gestionar la edición del mío en esa misma editorial. Tal vez sea pretencioso de mi parte, pero me gusta que ese homenaje esté en la misma colección.
¿Usted es exitosa desde el punto de vista profesional, novelista, poeta, directora y guionista de cine. ¿Qué le falta?
No, yo soy ‘cronopia’. Risa. Me falta la libertad de Cuba. Entre otras razones porque ya hasta me da vergüenza hablar de lo mismo, pero seguiré haciéndolo porque creo que la gente en Cuba se merece vivir de otra manera.
En sus propias palabras
"No podía entender que Gabo fuera injusto con Cuba, un país que lo ha recibido con los brazos abiertos, que lo lee con cariño y en el que tiene una casa y una escuela".
"Sí, muchos cubanos en la isla apoyan a Fidel, porque no tienen más remedio".
"El problema es que en Cuba hay gente que apoya lo que está pasando y sin embargo están descontentos con Fidel y Raúl Castro".