martes, 25 de octubre de 2011

EL FISCAL PETRO


censorautonominado

Escuchando un debate en la televisión nacional que se llevó a cabo el domingo 23 de octubre en el que cotejaban sus propuestas los candidatos Enrique Peñalosa, Gustavo Petro y Gina Parody, me causó bastante impresión la manera en que Petro sacaba a relucir constantemente que le debemos a su vigilancia el conocimiento de los escándalos de las mafias, e incluso, y además me pareció más grave que este planteamiento no fue jamás refutado por ninguno de sus oponentes, sino que fue además aplaudida por Gina Parody quien llegó al exabrupto de proponer a Petro para el puesto de contralor distrital, ¡qué descaro!


Las personas que sufren de amnesia probablemente aplaudan la gestión del representante de los Progresistas, sin embargo no comparto los doble moralismos. El calificativo de mafias no se le puede endilgar únicamente a los grupos criminales que no le favorecen a sus intereses personales de carácter pecuniario, sino que también merecen el mismo calificativo esas agrupaciones delictivas con las que el emisor reparte unas utilidades, así que únicamente le aplaudiré a Gustavo Petro cuando haga claridad de cómo funcionó el escabroso traslado de recursos que hizo Pablo Escobar Gaviria al grupo guerrillero Movimiento 19 de abril para que desapareciera los expedientes referentes a la extradición que reposaban en el Palacio de justicia, esa mafia seguramente resultó más nociva al país que cualquier otra que hayamos conocido, y no entiendo como una persona que participó de las ganancias del criminal más peligroso de todo el mundo que llenó al planeta de drogas, que destruyó las ciudades centrales del país con bombas, que en Medellín sembró el germen del sicariato y que corrompió el campo con el negocio del narcotráfico hoy destape problemas sociales de menor calado y de un momento a otro se convierta en el emisario de la moral y las buenas maneras, eso es inaudito.
O sino también me gustaría que destapara otras mafias, que en su momento se dedicaban al secuestro extorsivo y al asesinato de las personas que promovían la empresa en Colombia, esa gran organización delictiva denominada M19, contrario a la buena imagen de la que algunos enemigos de Colombia han querido revestir, no era un grupo pacifista que promoviera ideas revolucionarias desde sectores respetuosos de los derechos ajenos, sino que era una gran banda de secuestradores, asesinos, terroristas, incendiarios, entre otro gran número de calificativos que estarían cerca de agotar cualquier codificación jurídicopenal sin mayor esfuerzo, ya en este punto recuerdo yo a José Raquel Mercado como ejemplo, o yendo más hondo en la memoria nacional, fue ese movimiento criminal y terrorista el que redujo al secuestro incluso a Álvaro Gómez Hurtado, probablemente el hombre más probo del que tuvo conocimiento la nación por mucho tiempo, o el secuestro colectivo que significó la toma de la Embajada de República Dominicana, o la masacre que significó la toma del Palacio de Justicia que se perpetro el 4 y el 5 de noviembre 1985.

Como si esto fuera poco, y saliendo al paso al argumento de Petro de que él fue siempre un simple ideólogo y que rara vez portaba un arma (casualmente una de esas raras veces por coincidencias de la vida le significó la reducción a pena privativa de la libertad), pues es aún más grave que haya sido el inspirador de todos estos actos, porque con este argumento, está confirmando su responsabilidad como el hombre de atrás de una organización criminal y jerárquica de poder, y ateniéndonos a las modernas teorías de la responsabilidad en sede de autoría y participación le recuerdo que está en Boga la tesis de Claus Roxín que le imputa al hombre de atrás toda la responsabilidad de los tenebrosos crímenes que cometan cada uno de sus subalternos, y el hecho de haber sido el inspirador de la ola de violencia que significó su grupo subversivo no es un aliciente sino que es un agravante a su nauseabunda conducta que ha pretendido lavar en el Senado de la República.
Y sé que en este punto, algún desprevenido lector que mira la historia como una ligereza estará contradiciéndome bajo el argumento de que a los narcoterroristas del M19 se les dio un indulto que los exoneró de toda responsabilidad jurídica, pero aunque esta tesis fuera de recibo (bastante discutible en tratándose de crímenes de lesa humanidad inamnistiables, inindultables e imprescriptibles) la exclusión de la responsabilidad judicial jamás exonerará de la responsabilidad moral, y ya que el Señor Gustavo Petro ahora es un adalid de esta debería darle vergüenza siquiera asomar su rostro ante la opinión pública que de ser consecuente sólo la tendría para someterla al escarnio.

Sin embargo, sin pretender quedarme en la historia de hace más de veinte años, recurro también a su participación en el Congreso, función que se caracterizó por tener siempre un carácter polémico, por enunciar miles de problemas sin dar jamás una solución, promocionando un gran partido de garaje que agrupó todos los demás semipartidos de garaje que existían y que hoy en día se encuentra en una grave crisis fundada en la policefalía que esta mezcla de fuerzas políticas siempre significa, en la que la gran mayoría de sus miembros son personas enemigas de la patria, donde desfilan con la cabeza alta personajes de la talla de Iván Cepeda cuyo único interés ha sido el de reivindicar el nombre de su padre y el de el sanginario grupo al que perteneció, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o los hermanos Moreno, hoy en el ojo de todos los lentes que trabajan para la opinión pública por su corrupta gestión que sólo significó desfalco tras desfalco. Y es en este momento en el que tras ver que su barco se hundía se lanzó de él para evitar cualquier prejuicio y disimular que jamás tuvo participación en las truculentas artimañas de sus copartidarios, y ahora niega todo vínculo con el Polo democrático, cuando tras haber sido la fuerza que eligió a los dos últimos alcaldes hoy sólo tiene una esperanza de voto del 1 %, mientras la mayoría apoya a Petro, y se atreve a ofender a sus electores diciendo que no tiene ningún nexo con el PDA, como si no fuera evidente donde esta ese partido.

Pero volviendo a las mafias y a la corrupción, recuerdo yo una demanda que el Consejal Parada interpuso en contra de la candidatura de Petro ante el Consejo Nacional Electoral por razón de la evidente inhabilidad de que lo reviste por haber purgado pena privativa de la libertad, sin embargo el CNE actuó de manera bastante irregular, la presidente de esa entidad al momento, Adelina Covo, denegó las pretensiones por falta de pruebas, porque se demoraron más de una semana en llevarle la sentencia, sin embargo, el escándalo de corrupción que debería indignar a todos los colombianos que no se han dado ni siquiera por enterados, aparece cuando la Señora Adelina Covo termina su periodo en el Consejo Nacional Electoral y entra a trabajar en la campaña a la Alcaldía de Gustavo Petro. No siendo suficiente esto, el consejal que impulso la inhabilidad, una semana antes de las elecciones fue llamado como imputado de la Fiscalía General de la Nación (entidad que se ha caraterizado por su compatibilidad ideológica con Petro) en el escándalo del carrusel de las contrataciones, de una manera absolutamente irregular, sin tener indicios conducentes, con el claro efecto mediático que arruinaría cualquier campaña, a pesar de que una investigación no signifique una condena, jurídicamente, ante la opinión pública tiene el suficiente peso como para hundir las posibilidades de Parada. Como si todo esto fuera poco, la demanda de la campaña que por los mismos hechos hizo el Dr. Fernando Londoño Hoyos de la campaña de Gustavo Petro Urrego resultó igualmente con una gestión irregular por un supuesto vencimiento de términos que no aparecen en ningún texto legal determinados de manera taxativa, que dan a pensar que la Señora Covo no era el único elemento parcializado y de ética dudosa en el CNE.

Sin embargo el Señor Petro pretende que es el fiscal, el censor, el tribuno del pueblo, y no se puede comprender su actitud sediciente de acuerdo con su manchadísima hoja de vida que no le permiten darse el lujo de abanderarse de la moral como hombres probos hicieron con suficiente autoridad moral en otros tiempos, o incluso insultar la memoria de los sudafricanos comparándose a si mismo con Mandela.



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