miércoles, 12 de agosto de 2009

ESTAMOS PREPARADOS


El tinglado de los desplantes. Aquí o en Cataluña, la de España, los tambores de guerra promueven las llamadas a somatén. Las impertinencias del locuaz e irresponsable mandatario vecino, pretenden amenazar con la guerra. Lo cual equivale a conducir a los venezolanos a enfrentarse con sus hermanos colombianos. ¡Ahí va el lobo! –parece ser el grito chavista de alarma. Nada más alejado de las intenciones del ‘bravo pueblo’ o de su pueblo hermano.


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Nadie quiere la guerra Señor Hugo Chávez y menos entre pueblos históricamente unidos y herederos de un mismo Libertador. A los colombianos la llegada del lobo no nos espanta. Estamos en conflicto armado interno desde hace cincuenta años y la piel está curtida y llena de cicatrices pues sabemos qué es la guerra y cómo se pelea. Los Generales y Almirantes colombianos ostentan en sus pechos orgullosos medallas de combate como ejecutores y como conductores. No les es extraño el ruido de la metralla, los cañones, las heridas o la sangre. Bueno es que se sepa que no queremos la guerra aunque tengamos experiencia en ella.


Ahora bien, si toca pelearla, la peleamos. Los colombianos atenderán las órdenes e instrucciones que se emanen del alto nivel de las responsabilidades, que aquí en Colombia sí está en manos responsables. No temblará el pulso de gobernantes, comandantes y de la Fuerza Pública y la nación entera. La Reserva Activa no dudará en atender las llamadas a la movilización. Somos prudentes y amistosos, pero no daremos pasos hacia atrás, que no se engañe don Hugo en sus desplantes patrioteros.


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¿Por qué surgen los malos vientos de las incomprensiones? Más por la falta de seriedad y compromisos, que por el incumplimiento de pactos y convenios internacionales. De un tiempo a esta parte, los vecinos presidentes de las naciones hermanas Venezuela y Ecuador, se les ha dado por entablar relaciones turbias con los viscerales enemigos de la democracia colombiana: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Todo parece indicar que ello hace parte de las políticas internacionales que por varias vías intentan entronizar en el continente cambios radicales en la conducción de las naciones, vías tales como el Alba, el Congreso Bolivariano de los Pueblos o la Coordinadora Continental Bolivariana, que es algo así como la congregación de embajadas itinerantes de las Farc en todo el continente. O bien, en formas más directas como el Foro de Sao Paulo.


Pero las cosas y casos se suceden y en veces hacen cambiar el rumbo de los acontecimientos, para bien o para mal. Las reacciones de la Fuerza Pública colombiana a los ataques de la criminalidad produjeron efectos contundentes, tales como la operación Fénix, donde se dio de baja al antisocial subversivo ‘Raúl Reyes’ o la operación Jaque, donde se recuperaron, sin disparar un tiro o sin la amenaza de las armas, un grupo muy significativo de rehenes de las garras de las Farc. De la primera quedaron testimonios comprometedores de altos niveles del gobierno ecuatoriano; de la segunda, la maravillosa sensación de la enorme capacidad de las Fuerzas Militares para operar en todo terreno. El primero de los hechos produjo, como era natural, un resquebrajamiento de las relaciones entre Colombia y Ecuador, pero los computadores están “hablando por sí solos”.


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Es bien conocido por estos computadores, que las acciones en el hermano país del sur, hoy con gobernante no tan hermano, o mejor, nada hermano, se iniciaron en julio del 2005 y terminaron en febrero del 2008, con la citada Fénix. De la profusa mensajería, quedan los testimonios de lo que se fragua en el Ecuador, por parte del no tan hermano mandatario y algunos de sus fieles servidores, a espaldas de su pueblo. De esa valiosa fuente se sabe de millones de dólares que financiaron la campaña del único enemigo declarado de Colombia en el Ecuador.


Jorge Briceño, alias ‘Mono Jojoy’ es ahora el notario de tan malhadado apoyo. El dinero salió de los bolsillos de millones de colombianos y ecuatorianos extorsionados y secuestrados o de las miles de hectáreas arrasadas para producir la cocaína. También queda claro de esos testimonios, que los bandidos y conspiradores son quienes tienen la razón y no las víctimas del concierto internacional para delinquir.


Hace unos diez años el presidente ecuatoriano, Jamil Mahuad, suscribió un convenio con Estados Unidos para la utilización de una base aérea que combatiera el narcotráfico, la unidad escogida fue la base Eloy Alfaro de Manta. Los americanos del norte tenían allí trabajando a 270 personas, entre miembros de la Marina, la Fuerza Aérea, la Guardia Costera, la Patrulla Costera y contratistas civiles. Pero como en el derecho consuetudinario, las cosas se deshacen como se hacen, ese convenio fue deshecho unilateralmente por el presidente Rafael Correa. Hasta donde se tiene conocimiento desde allí no se lanzaron ataques aéreos, terrestres o navales contra tercera nación en el área.


Estados Unidos y Colombia convinieron (Clinton y Pastrana), el famoso Plan Colombia, programa integral cuyos objetivos fueron promover el proceso de paz, combatir el tráfico de drogas y fortalecer las instituciones democráticas. Combina el Plan, estrategia judicial y de derechos humanos, estrategia antinarcóticos, el desarrollo alternativo, en un conjunto de aplicabilidades, unas en todo el territorio y unas particulares, en las áreas de intensos cultivos de coca y actividad guerrillera al sur del país.


No habrá aeronaves de guerra, esas de bombas y cohetes, como los famosos Zukoi rusos que sobrevolaron Caracas el 5 de julio celebrando la independencia, ni medios navales como el crucero nuclear Pedro el Grande a la cabeza de una flota rusa que desplegara todo su poderío en aguas territoriales de Chávez. A los colombianos lo único que nos causó fue curiosidad, más ningún temor del hermano vecino y sus intenciones. Estarán volando los awacs, los orión P-3, los hércules C-130 y se operarán equipos como los que había en Manta, todo ello, sólo le causan pavor a los narcotraficantes y sus aliados: los terroristas y los guerrilleros o a los asociados nacionales o internacionales para delinquir.


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Ante la decisión soberana de Ecuador, o la personal de Correa, Estados Unidos y Colombia andan en conversaciones para hacer lo que se hacía desde Manta, pero en varias bases colombianas. Por extensión territorial y la dispersión de las bases colombianas, hay un cambio estratégico de cobertura que en Colombia es recomendable hacer desde varias bases, lo que en Ecuador se hacía desde la Eloy Alfaro. Se trata entonces de emplear el Plan Colombia y adicionarle lo del empleo de las bases aéreas colombianas para hacer lo que se hacía desde Manta. Textualmente: hacer lo mismo, no lanzar ataques contra terceras naciones o fantasías similares, como lo elucubra nuestro vecino presidente Chávez.


¿Chávez? ¿Qué tiene que ver este amigo vecino en lo de Manta o las bases colombianas? Nada. Pero si se mete en Honduras, en Bolivia, en Nicaragua, en El Salvador, ¿Por qué no se puede meter en asuntos de sus vecinos inmediatos? En Caracas no saben o desconocen del intervencionismo de Estado, o si lo saben, se lo brincan olímpicamente. El intervencionismo elementalmente es conocido como los actos mediante los cuales un Estado trata de influir en la decisión de otro de forma no legítima, mediante el uso o no de la fuerza. Son principios y normas integradas en el derecho internacional americano, particularmente de la OEA, y que constituyen “parte esencial del orden internacional constituido por el respeto a la soberanía y la independencia política de los Estados”. (Carta constitutiva de la OEA, Art. 3,b).


Ahora bien, identificado el corifeo, bastaría ubicar a quienes le siguen a ojos cerrados, un Evo, que bastante mal informado habla de traición para los mandatarios que aceptan “bases norteamericanas” en su territorio, supongo que se refiere a Fidel por Guantánamo, única en su género en América y, finalmente, un Ortega en Centroamérica, que repite la lección enviada desde Caracas “que las bases militares que Estados Unidos ha anunciado en Colombia son una ocupación de ese país y una amenaza para Venezuela y toda América Latina, que EE.UU. hará de Colombia un país ocupado y una amenaza a los países vecinos”. Sobra decir que ese discurso, dictado desde las huestes chavistas, se empleó en el acto de celebración del 30 aniversario de la revolución sandinista.


Para rematar, ahora aparecen armas venezolanas de sus Fuerzas Armadas en poder de las Farc. Hasta ahora han aparecido lanzacohetes antitanques, se teme que haya misiles tierra aire y quién sabe cuántas cosas más. El gobierno colombiano, en junio, vía Cancillería, lo había hecho saber, por donde se deben hacer saber estas cosas tan delicadas. Pero todo coincide con la política expansionista de ideas revolucionarias, la teoría y la práctica se juntan. Chávez pide a los países suramericanos que les quiten el estigma de terroristas a las Farc. Los recibe en su propio territorio, abierta y clandestinamente, les pide el reconocimiento del estatus de beligerancia y les provee armas. Pero extraño, el resentido es el presidente Chávez, y los colombianos los perjudicados. Él tiene su coro y comité de aplausos, nosotros la razón, pero él amenaza.


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Ya tiene calidad de refrito la información nunca bien desmentida de la presencia en Venezuela de los jefes guerrilleros colombianos ‘Iván Márquez’ y muchos otros más, no solos, están también los frentes Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.59 Resistencia Wayúu, el 33 Mariscal Sucre, el 24 Héroes de Santa Rosa, el 41 Cacique Upar, el 25 Hermógenes Maza, el 10 Guadalupe Salcedo, el 45 Atanasio Girardot, y quién sabe cuántos más.


Paciencia, prudencia, pero no nos podemos descuidar. El caso Galtieri está aún fresco como para olvidar las motivaciones internas, a fin de provocar conflictos externos.


Mayor General JUAN SALCEDO LORA

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