miércoles, 21 de julio de 2010

EN ESTE BICENTENARIO


En este bicentenario debemos hacer un alto, para recordar nuestra historia, la condición en la que Vivian nuestros pueblos, el proceso de la guerra libertaria y los sentimientos que gestaron la campaña de nuestros próceres, el vacío de poder que vivió el imperio Español, por los golpes napoleónicos y los deseos criollos de mantener su lealtad en la misma acta de independencia, recordando el lazo filial con un imperio que otorgo la administración colonial a aventureros y nobles por su consanguinidad más que por su idoneidad.

La explotación física de los ocupantes de las colonias, la desinformación en la que malos funcionarios sumieron al monarca y la corrupción judicial de las cortes virreinales.

Los criollos levantaron sus voces, su brazos y sus armas por un sueño, no de independencia en su comienzo, si no de igualdad de oportunidades, leyes justas, derecho real a participar en las juntas de gobierno, derechos que muchos de sus herederos olvidaron transformando una guerra libertaria en la génesis de la consolidación de clases políticas, plutocráticas y reaccionarias frente a los derechos del pueblo sumido en la miseria.

Pero como ser libres de elegir el destino, como cambiar la situación cuando nuestras palabras no llegan al poderoso, cuando sus lacayos intermedios se lucran de nuestras lagrimas y de nuestras necesidades, independencia, grito de independencia, solo la independencia era la alternativa.

Independencia como dignidad, dignidad como oportunidad.

Este grito continental retumbo en los cielos, se escucho en el sur del continente, recordemos al gran hombre, José de San Martín, también en el norte donde el padre Hidalgo exigió el justo trato para los indígenas mexicanos.

Voces indignadas se levantaron para exigir un lugar bajo el sol.

Lastimosamente estos deseos fueron manipulados por los países anti hispánicos como gran Bretaña y los Estado Unidos, quienes vieron en esta gesta la oportunidad de penetrar con su capitalismo calvinista y su libre mercado aprovechando su revolución industrial y el comienzo de la producción en masa, con miras a minar las economías mundiales.

Aun así el merito de los valientes se alza como una victoria espiritual en el corazón de los hispanoamericanos, sentimiento de dignidad olvidada por muchos, Pero que en este bicentenario retumban desde la historia, recordando que aun existe esperanza, que aun existen sueños y corazones valientes para empuñar esa espada, la espada de la autarquía, de la soberanía, de la grandeza hispanoamericana.

Desde Durango, Parral, la Habana, Managua, Caracas, pasando por Cusco, Asunción y la Patagonia, una voz se está alzando, una voz de dignidad que despierta el temor del león del norte, una voz de hispanidad una voz de garra indígena.

Nuestra dignidad responde al peso de la historia, no la ensuciemos permitiendo la profanación de nuestro territorio, la humillación de nuestra soberanía, no permitamos su manipulación por ideales que portan disfraces de interés sociales pero en su alma esconden las cadenas de la tiranía del partido.

El único límite de los pueblos son sus gobernantes, la ambición del interés particular una clases sometida.




POR DIGNIDAD NACIONAL!

NI GRINGOCRACIA NI SOCIALISMO DEL SIGLO XXI.

Es por esto que en este bicentenario, exaltamos el mensaje de dignidad, que se alza en los aires recordando, que el querer es poder y que el tirano por más tirano no puede con la voluntad de los valientes.

EDUARDO ROMANO

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