Es lógico que la política que exportan las potencias occidentales y el lobby del Wall Street para los Estados no desarrollados, hace relación a una Democracia abstracta y ambigua que se utiliza en un sentido romántico hacia un reino de la felicidad, que mágicamente lleva implícita “la cura a todos los males de la humanidad”, pero que en la práctica muy soterradamente se utiliza como medio adormecedor para subyugar y absorber política y económicamente a un país.
Para nuestro escrito, tomaremos el caso de Egipto, hoy supuestamente en una transformación “democrática” liderada por las fuerzas vivas de dicha nación, que vilmente utilizadas en masa, derrocaron al poder visible, más no al invisible. De ahí que su futuro como Estado se encuentre sometido a las políticas y directrices que dicta la Banca Mundial respecto a los países “subdesarrollados”, pues es más fácil someter política y económicamente a un país por las viales legales-democráticas que por costosas campañas militares de ocupación.
Para lograr esto, se utiliza de un modo sutil y pacifico las vías que el sistema ha creado, por un lado se juega con la lógica de la masa, que en su gran mayoría por ignorancia, cree qué los dirigentes que querrán acceder al nuevo gobierno serán de izquierda o de derecha, pertenecerán a tal bloque o tal política, y que las dos ideologías son supuestamente antagónicas entre sí. Lo que no sospechan, es que las dos corrientes en esencia parten de la misma concepción materialista, una masificante, la otra individualista, pero ninguna anticapitalista. De ahí, que su Estado tenga que adecuarse económicamente al Libre Cambio y a las políticas aperturistas, todo obviamente en desmedro de su propia existencia y autonomía como Nación.
En otras palabras, se utiliza una seducción hacia el engaño. Pues es más fácil idiotizar a un pueblo con sus propios deseos y pasiones, haciéndole alarde de máximas filosóficas y poder así, lograr atarlo a las cadenas invisibles de las democracias capitalistas, convirtiéndolo en un esclavo más del sistema.
Por otro lado, los medios de comunicación juegan un papel de gran importancia, pues se convierte en un potencial formador y orientador de la conducta social a escala masiva, decide que está mal o que está bien, a que presidente derrocar o a que mandatario apoyar. Así, los supuestos principios que guían el periodismo (imparcialidad, objetividad, libertad de expresión) quedan sometidos a los intereses supranacionales de quienes ostentan el poder económico y político.
En razón a esto, en Egipto no habrá un cambio de sistema, sino un cambio de cabeza, pues Mubarak solo es una ficha, un peón que había que quitar para darle un toque más democrático y renovador a tan desgastada marioneta.
Recordando el pasado de Egipto podemos encontrar a un carismático líder político y militar, adherido a los Oficiales Libres, luego convertido en presidente: Gamal Abdel Nasser, quien comprendió muy bien el juego de las democracias capitalistas y marxistas. Sostenía él que la democracia a la cual se debía apelar tendría que ser una de tipo Orgánica, entendida esta como la verdadera participación de cada individuo en la orientación del país, pues para Nasser dicha participación nunca se había logrado en los regímenes parlamentaristas liberales, por ejercerse solo intermitentemente mediante delegación a intermediarios sobre los cuales poco o ningún control puede ejercerse; tampoco tal participación ha tenido curso de los regímenes marxistas, pues la identificación del pueblo o del proletariado a la burocracia del Partido Comunista no pasa de tipificar una simple ficción jurídico-literaria . Por ello, comprendió Nasser que solo se podía lograr una intervención del ciudadano en su propio destino común, por una vía funcional, es decir las configuradas a través de su trabajo cotidiano, apreciación que llevaba por su propia naturaleza a otorgar a los sindicatos y a los gremios el papel determinante en la vida del país, motivo por el cual a la organización social derivada de este principio se le denomina Estado Gremial o Sindicalista, y aún más, Corporativo o Solidarista, pues las diversas funciones son mutuamente complementarias en la vida social, a semejanza de las realizadas por el cuerpo humano .
El Estado Nacional-Revolucionario del Egipto Nasseriano, respondería a cada una de las problemáticas y deficiencias imperantes en las democracias-capitalistas antes mencionadas, pues instauro una Justicia Social, entendida esta como la consecución de un Estado dentro del cual la permanente y efectiva participación de los ciudadanos permita cumplir el más hondo anhelo del hombre, el de decidir su propio destino y desenvolver sus facultades en aspectos diferentes a los forzosamente implicados en el imperativo de la conservación material.
Este Estado así entendido, hace integras las aspiraciones de cada individuo y las convierte en propias, por ello no se le puede ubicar ni en el cólera marxista, ni en la peste capitalista, por el contrario es una corriente nueva y espiritual que propugna por un Estado Ético, orientado en ideales, en una economía Solidaria, y en una Sociedad Nueva, asentada en los dobles principios de Justicia Social y Justicia Moral.
Por ello, mientras siga imperante el lucro del capital, en cualquiera de sus ramas (comunismo, liberalismo, conservatismo, centro…) y mientras las plutocracias demócratas utilicen dicho sistema como método de sometimiento, nunca se podrá llegar a una verdadera participación directa de los ciudadanos en el futuro y aspiraciones intrínsecas de cada uno de los elementos que conforman el Estado-Nación.
Gustavo de Olaberria
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