martes, 3 de mayo de 2011

TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN UNA MALDICIÓN "SACERDOTE GUERRILLERO ARREPENTIDO"


P. Luis Eduardo Pellecer.


“Este reino es el que predicamos los sacerdotes de la nueva ola, es un reino equivalente al socialismo. Obviamente, para llegar a ese reino necesitamos el poder. Se llega al poder a través del odio contra el rico. Esta es la primera arma que yo aprendí...


El sacerdote P. Luis Eduardo Pellecer Faena, se confesó públicamente como guerrillero arrepentido ante los periodistas de El Gráfico y Prensa Libre de Guatemala, en la televisión y ante el Senado norteamericano. La confesión ayuda a comprender el pasado de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, y el presente de México y es un testimonio de la deformación de la misión evangelizadora obrada por los sacerdotes promotores del Magisterio paralelo.

Roberto Martialay en su libro Comunidad de Sangre (El Mensajero, Bilbao, 1983) lo da por muerto. El folleto "El desafio de ser jesuita", editado por el padre Elías Basila (ClAS, México, julio de 1989) para presentar su congregación a los jóvenes, ofrece en la página 43 un elenco de "Mártires de hoy" que comienza diciendo: "Entre 1973 y 1983 diecisiete sacerdotes dieron testimonio con su sangre en el Tercer Mundo" y que incluye al P. Pellecer Faena: "9-6-8 (fecha de desaparición): P. Luis Eduardo Pellecer, S.J., Sociólogo en Guatemala. Aunque vive aún aprisionado y manipulado por el régimen guatemalteco, Luis Pellecer puede ser considerado mártir de nuestro tiempo ".

Ya es sintomático que diga "dieron testimonio" en lugar de "dieron testimonio de su fe" y que no incluya a ninguno de los sacerdotes que fueron verdaderamente mártires de la fe en los países comunistas de Asia -China, Corea, Vietnam- y el este de Europa. Sorprende que años después de la conversión y confesión pública del padre Pellecer Faena, los sacerdotes decidentes sigan repitiendo la historia de su manipulación y lavado de cerebro. En perfecto uso de sus facultades físicas y mentales, con plena libertad y espontáneamente, declaró: "Estoy muy arrepentido de haber contribuido y participado en acciones subversivas que han sembrado la violencia en el país... ", Desde ese momento los sacerdotes del Magisterio paralelo empezaron a extender el rumor de que había sido forzado, había enloquecido, etc.

Ante la pregunta de los periodistas "Mientras fue miembro del EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres) ¿utilizó algún "seudónimo"? ¿ cuál fue?, el P. Luis E. Pellecer Faena contestó secamente: Era conocido como "Marcos" (no tiene que ver con el famoso subcomandante de Chiapas, pero curiosamente utilizaba el mismo nombre).

El sacerdote, P. Luis Eduardo Pellecer reveló que era miembro activo del EGP y que decidió entregarse a las fuerzas de seguridad del gobierno guatemalteco "al comprender que había tomado un camino equivocado". También confesó haber participado activamente en acciones violentas y de guerrilla en Nicaragua y El Salvador, siempre apoyándose en organizaciones de campesinos.

Pellecer Faena estudió el bachillerato en ciencias y letras en el Liceo Guatemala, luego estudió ingeniería civil y filosofía en México, en ambas carreras obtuvo la licencia. Señaló que, gracias a sus estudios, había aprendido a manejar las tres armas que son las más poderosas y explosivas:

a. El bagaje de la teología de la liberación.

Dijo: "La teología de la liberación consiste en la presentación a un pueblo pobre de un nuevo Jesús, un Jesús totalmente distinto al que todos nosotros conocimos. Se trata de un Jesús rebelde, revolucionario, opositor al sistema capitalista... Un Dios parcial, el Dios de los pobres, que únicamente aseguraba la salvación para el pobre y marginaba al rico y al hombre que se encontraba al frente del gobierno. Había aquí la primera semilla de distorsión, había una fe predicada equivocadamente. Desde el comienzo de este nuevo Evangelio aparecía el desvío. La gente se preguntaba por los otros (por los ricos), y la nueva iglesia respondía que los económicamente poderosos habían permanecido explotando al pueblo por varios siglos y que era necesario que el pobre tomara el poder"

"El año pasado predicamos esto al extremo de decir lo siguiente: la Navidad debería de celebrarla sólo el pobre, porque el que nace es el Jesús de los pobres, el rico no sabemos qué es lo que está celebrando"

"Dios mandó a Jesús para formar en la tierra un nuevo reino, pero un reino de los pobres. Este reino es el que predicamos los jesuitas, es un reino equivalente al socialismo. Obviamente, para llegar a ese reino necesitamos el poder. ¿Cómo se llega al Poder? Es necesario indicar que ese Jesús de los pobres es totalmente ajeno al Jesús tradicional, al que predica la Iglesia desde hace 20 siglos. Es un sistema socialista. Se llega al poder a través del odio contra el rico. Esta es la primera arma que yo aprendí a manejar"

b. La segunda arma es el instrumental marxista-leninista que todos los nuevos jesuitas conocen muy bien.

“ Para penetrar entre la sociedad se necesitan cuatro años de estudio que yo efectué en México y El Salvador, es decir, me convertí en un experto en esta clase de doctrinas. Al principio pensé que ese instrumental marxista sólo quedaría en un ideal y que nunca podría llevarse a la práctica. Aquí tuve una equivocación muy grande, porque efectivamente, el marxismo ha llegado a lo trágico".

c. "La tercera arma es la opción propia que la Compañía de Jesús tomó hace dos años en una congregación donde estaban los máximos representantes de la institución.

En aquella reunión se acordó que todos los jesuitas deberían trabajar en favor de todos los sectores más pobres del campo y la ciudad. Que deberíamos contribuir a radicalizar ese mensaje del Jesús pobre. Nuestras vidas y nuestros conocimientos deberían ponerse al servicio del campesinado y del obrero" ( el P. Pellecer se refiere a la XXXII Congregación General de la Compañía de Jesús que se celebró en Roma a inicios de 1975 bajo la presidencia del P. Pedro Arrupe, superior general).

"Fue así como depositamos entre la ciudadanía un nuevo evangelio, un nuevo Jesús sangriento, por así decirlo. Nuestro objetivo era alejar al campesino y al obrero de La Iglesia tradicional para convertirlos en auténticos Luchadores en función de una fe y de un espíritu religioso. Fuimos capaces de saber entrarle al pueblo, de dosificar toda aquella ciencia marxista para los niveles propios de las personas que tienen una cultura general y politica muy baja. Fuimos capaces de crear una pedagogía para el oprimido, transmitimos nuestros conocimientos con catecismos matemáticos, recursos audiovisuales y con la autoridad que da la Iglesia al sacerdote. Esta actividad la desempeñé primero en Nicaragua, luego en El Salvador y en tercer lugar en Guatemala". El P. Pellecer realizó todo este trabajo en la clandestinidad encubierto bajo la identidad de un catequista o delegado de la Palabra de Dios.

Continúa su relato: "De esta manera, Logramos aglutinar al campesino, pero como nadie se organiza por así, todo es función de equipo. A esta organización le colocamos un segundo piso, le dimos una propuesta política, señalándoles que había llegado el momento de defenderse de la explotación ".

Después, en una segunda rueda de prensa, el padre Pellecer Faena añadió nuevos datos sobre la guerrilla y la subversión en América Latina: "Las actividades religiosas son la base inicial para Los movimientos subversivos, porque la palabra de los sacerdotes y de Las monjas tiene mayor credibilidad entre Los campesinos y obreros... "

"Los sacerdotes de esta nueva ola, jóvenes presentan un nuevo Jesús, un nuevo Cristo, no como el del Evangelio, sino un Dios sectarizado, parcial, destinado sólo para los pobres y enemigo de los ricos porque estos ya tuvieron su oportunidad. Han creado un Jesús revolucionario. El Jesús de los jesuitas jóvenes es un Jesús equivalente al socialismo, opuesto al tradicional, al histórico, es un Jesús sólo para la revolución, para llegar por él a la toma del poder".

"Los sacerdotes de mi generación efectuaron cuatro años de estudio en el marxismo-leninismo. Pero se llegó a la conclusión de que no podía ser sólo un marxismo técnico, teórico, sino un leninismo práctico y esto sólo puede lograrse por medio de la incorporación a la guerrilla" .

El fin era, según dijo, distorsionar para sembrar la semilla de la rebelión, mediante la presentación de un Jesús sangriento, en una iglesia polarizada. Esto es lo que están haciendo en Chiapas. y están preparándose para repetir en otros puntos.

Después de estas declaraciones, los sacerdotes del magisterio paralelo de Guatemala y de México han alegado que el P. Pellecer decía todas estas afirmaciones (que según ellos eran mentiras) porque estaba drogado o bajo intimidación. Él volvió a aparecer en público y demostró ante los periodistas que su conversión era libre y auténtica y que todos sus testimonios eran ciertos. Avaló sus relatos con documentos y gracias a sus indicaciones pudieron hacerse muchas detenciones que ayudaron a calmar la tensa situación de Guatemala. El P. Pellecer ha sido amenazado de muerte por sus antiguos compañeros de guerrilla que lo llaman el "Judas del Cristo de los pobres" o el "Judas de los pobres". El P. Pellecer dice que se parece más a San Pedro, pues traicionó a Jesucristo, pero supo arrepentirse y volver a la Iglesia.

En El Salvador, hubo otros muchos que quisieron denunciar estos crímenes y murieron asesinados: el P, Rutilio Grande o el profesor Francisco Peccorini. El testimonio de Mons. Freddy Delgado ocupa el capítulo siete de este libro. Otros fueron utilizados como símbolo y después asesinados por los grupos religiosos marxistas con el fin de suscitar apoyos y crear confusión, como el arzobispo Óscar Arnulfo Romero Galdames. A otros simplemente los eliminaron por colaborar con los que nunca se doblegaron ante las estrategias marxistas, como Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus. Otros fueron secuestrados como el P. Mariano Brito, el P. Rafael Urrutia, Mons. José Eduardo Álvarez (presidente de la conferencia episcopal de El Salvador) y otros han sido amenazados de muerte como el P. Abraham Rodríguez, la madre Pilar Manceñido y los obispos Pedro Arnoldo Aparicio, José Álvarez, Luis Chávez y González, Arturo Rivera Damas y Marco Revelo. Por esta razón no es fácil tener más testimonios firmados.

Hay también algunos sacerdotes rebeldes guerrilleros, además de Pellecer Faena, que recapacitaron, dejaron la Compañía y hoy llevan una vida normal: uno es José Antonio García Durán, profesor de economía en la Universidad de Barcelona. Antes de dejar la Compañía, sus superiores le pidieron que secuestrara a una mujer y después, con los años, la hermana de la secuestrada llegó a ser una de sus alumnas. Lo reconoció, pero la familia le perdonó porque entendió que el profesor de economía ya no tenía nada que ver con el sacerdote guerrillero, autor de artículos de economía marxista. Hoy, el profesor Pepe García Duran está arrepentido de su experiencia guerrillera; sin embargo, no puede colaborar para desmantelar las guerrillas de los nuevos sacerdotes desidentes porque pondría en peligro a su familia. Es un hombre que prefirió aceptar la verdad antes que vivir sometido a la ideología.


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